lunes, 12 de agosto de 2013

Vástaga

Pequeña vástaga del universo, ¿dónde guardas tu dignidad y donde tu llanto?, ¿los guardas acaso en el silencio?.
Tu voz resuena en el vacío pidiendo ayuda, clemencia, misericordia, paz...
¿Dónde está la luz del mundo y dónde la humanidad?, ¿por qué has tenido que ser tú la víctima de su ceguera, de su inmadurez?
¿Quién acudirá a tu llamada?, ¿quién?, pequeña flor marchita.
¿Dónde guardas tu llanto?, ¿dónde tu dolor?, ¿dónde tu rabia y tu miedo?
Allá, a miles de kilómetros, alguien te escucha y te comprende, ¿puedes verlo?, allá al fondo, muy lejos...
Un vestigio de esperanza se asoma entre muros de oscuridad. Quizá deba romperlos para encontrarte y verte allí con tu luz que se apaga a cada sollozo, lágrima a lágrima como un reloj de arena viviente.
Tal vez cuando llegue ya sea tarde y tu brillo esté casi apagado; pero estará a tu lado para que mueras con lo que te ha faltado desde la primera vez que abriste los ojos; amor, dignidad y pureza...
Entonces, cuando estés entre sus brazos, puede que olvides al primero que escupió sobre tu honor, aquellos días de soledad y aquel llanto callado...
Llora pues, pequeña vástaga de la belleza, cándido ser indefenso, por que al fin te irás. Llora por ti y por la humanidad, porque has visto que se hunde en aguas profundas sin saber nadar y que nadie acudirá para salvarlos, tendrán que ahogarse en sus propios errores y luego salir a flote, muertos y vivos.
Llora y descansa en paz...

Christian Gabriel Fernández Meléndez


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